Dulce compañía

Hablo desde ningún lugar. Estoy en ninguna parte.
El silencio es poderoso. Mis palabras hacen eco.
Tengo frío y estoy asustado. Todo lo que quiero es regresar.
No sé de dónde vengo, pero sé que no pertenezco a este lugar.
La nieve se deshace con mis pisadas. Las pisadas deshacen mis pies descalzos.
El viento sopla fuerte mi desgarrado ser. Veo un lobo aproximándose.
Siento a la muerte llegar, mas no le temo.
Ahora el lobo está frente a mi. Me mira con los ojos desorbitados.
Tiene ojos de luna llena carmesi. Se recuesta a mi lado.
Sus ojos ahora son cuarto menguante, o cuarto creciente.
Veo el vapor de su respiración dibujando círculos elegantes. Me mira y parece que se duerme. 
Pero soy yo quien lo hace. Despierto acogido entre su cálido pelaje.
“Luna” voy a llamarle, se sobreentiende el porqué del nombre.
Debe sobrevivir a base de nieve, sino ya me hubiera comido.
Pero por si no es así entrego mi último aliento para que ella pueda sobrevivir.

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